Si pensábamos que al maestro Tabárez
no le podían salir las cosas peor después de una doble jornada donde perdimos
puntos de local y visitante estábamos equivocados. Además de la notoria falta
de fútbol colectivo, individual, de los groseros errores que nos acecharon en ambos
partidos se le suma lo que popularmente llamamos puterío.
Es que las declaraciones del capitán
Diego Lugano encendieron la mecha de una
bomba que no va a tardar en explotar, (si ya no exploto). Tuvo repercusiones en familiares, ex futbolistas,
periodistas y la población en general, cada uno de estos actores haciendo un poco
de leña de este árbol caído que es el seleccionado celeste.
En lo personal puedo compartir o
no lo hecho por Lugano, pero creo que las criticas y reclamos deben hacerse en
el vestuario, cara a cara. Ahí donde él cuenta como un día Darío Rodríguez se
le acercó para decirle que la celeste no se tiraba al piso luego de un momento
de calentura.
En esta ocasión Lugano llegó a un
techo tanto dentro de la cancha como fuera de ella, por sus errores, su falta
de fútbol y ética poniendo en una situación difícil uno de los pilares de los
cuales el maestro hacía alarde de su período como DT de la selección que se
basaba en el perfil bajo de los jugadores.
El maestro deberá hacer frente de
una complicada clasificación para el Mundial Brasil 2014 y de la posible
fractura de un grupo que transito por un proceso que tuvo su pico máximo entre
el 4º puesto del Mundial Sudáfrica 2010 y la Copa América en Argentina 2012
pero que ahora se viene hundiendo. Solo nos quedan 5 partidos en las eliminatorias
para comprobar si Tabárez confirma que el capitán es el último en abandonar el
barco.