Así, medio de apuro les tengo que decir una cosa: recuperé las esperanzas. A decir verdad no me entusiasma el fútbol europeo, ni las ligas, ni la copa de campeones, ni la eurocopa ni nada.
Es difícil entusiasmarse con un fútbol que parece de modelos, o de robots, o de algo mucho peor, de clones que salieron de un sauna o de una cama solar para jugar un partido. No hay sangre ni venas, mucho menos la necesidad de romper con los moldes impuestos por alguna mente tan fría como perversa.
Pero si siento tan poco entusiasmo ustedes se preguntaran mis amigos, por qué recuperé las esperanzas, y les voy a decir porqué. El viernes me disponía a brindarle un 50 % (+ o -) de mi atención al partido Holanda-Dinamarca, y vi a un jugador que con su golazo me trasladó a mi tan hermosa como futbolera infancia.
Micheal Krohn-Delhi fue el responsable de hacer una genialidad a lo Carlos Alberto "Pato" Aguilera (el mejor jugador que pude ver en vivo y en directo, alambrado de por medio).
Y qué tenía el Pato que no tenían los otros? La respuesta es todo, todo diferente al resto: la concepción, la picardía, la manera de picar, de definir, de hacer enganches para dejar a sus rivales ridiculizados, como si fueran miembros de una pléyade de antideportistas e inexpertos.
Krohn-Dehli hizo una jugada espectacular digna de destacar, rompiendo los esquemas defensivos holandeses, con potencia, chispa y una definición bárbara.
Krohn-Deli, casi carente de cuello como el Pato, y con estatura de crack me hizo creer y entusiasmar.
No importa como juega Dinamarca, ni si mereció perder o ganar, no importa hasta que día va a continuar en esta copa, me tiene sin cuidado, lo que importa es que ese viernes Krohn-Delhi hizo un gol a lo Patito Aguilera, y eso está muy bien.
(Acá pueden verlo)
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